Hace poco menos de un año escribí una entrada titulada «El subconsciente». Hacía ya tiempo que no tenía ese tipo de pesadillas.
Pues bien, hace dos semanas estuvo mi marido aquí en Tenerife durante unos días. Una de las noches, yo me fui a dormir antes que él. Al rato de estar dormida a Noel le sobrecogió un grito que yo di. Él vino deprisa al dormitorio y yo estaba sentada en la cama con taquicardia y aterrorizada. Cuando él me preguntó qué me pasaba, le dije toda convencida que había una trampilla en el techo por la cual estaba entrando alguien.
En ese momento él se dio cuenta que yo seguía dormida, pese a tener los ojos muy abiertos y hablar claramente.
Él me dijo que en el techo no había nada, pero yo seguía en mis trece. Ahí había una trampilla y estaba entrando alguien. Entonces él se subió a la cama y dio dos o tres golpes al techo en el lugar donde yo decía ver la trampilla. Al ver a mi marido dar esos golpes me tranquilicé, me volví a acostar, di media vuelta y me volví a dormir tranquilamente.
A la mañana siguiente él me comentó lo que había pasado por la noche. Yo no recordaba nada de que él se subiera a la cama, ni de lo golpes. De lo que sí me acordaba y sigo recordando es del terror tan grande que yo sentí. Era algo tan real...
Cuando yo creo que alguien entra a mi casa, ya sea por la ventana, salga del armario o provenga de una trampilla imaginaria en el techo, no tiene que ser alguien normal. Tiene que ser alguien o algo que me produce un miedo exagerado que hace que tenga sudoración fría, taquicardias y una sensación de angustia terrible. Supongo que si fuera un hombre normal y corriente no me asustaría tanto porque sé que puedo hacerle frente. Debe ser algo a lo que mi cerebro cree que no puede ganarle.
No sé de donde vienen esas pesadillas. Sé por mis padres que desde que yo era pequeñita ya las tenía, que de niña gritaba mucho en sueños. Según mi padre, que era el que venía a calmarme, eran unos gritos que parecía que provenían de lo más profundo del infierno, como si me arrancasen el corazón.
Actualmente las pesadillas van muy espaciadas, pero como veis puede ser muy divertido dormir conmigo.
Hay gente que me dice que es por mi afición a ver películas de zombis, pero cuando era niña, las películas de miedo las tenía totalmente prohibidas, así que tiene que venir de otro sitio. Quizás sea algo que me ocurrió de pequeña de lo cual no me acuerdo.
Si algún psicólogo o psiquiatra lee esta entrada podía darme su opinión. Tal vez me ayude.
1 comentario:
Shhhhhhhh, suaaaaave, tranquila cielo, estoy aquí, no te va a pasar naaaaaaaada. Aquí no hay naaadie.
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