Tengo algo pendiente que escribir aquí. Le prometí a mi amigo Tayro que escribiría una entrada para él. Pues aquí está. Me dijo que no me alargara mucho, pero si quiere saber, tiene que leer.
Tayro es un compañero de trabajo, pero también es, y yo lo considero así, un amigo. ¿Cómo describir a Tayro? Es difícil pero lo intentaré.
Él siempre que llega a trabajar y nosotras llevamos ya un rato trabajando, viene una por una a darnos un besito y un abrazo, cosa que se agradece mucho porque una está estresada de trabajar y eso te da ánimos. Es un niño guapo, bien parecido, mimoso pero algo ruinito. Creo que lo justo.
Él trabaja de hornero. A veces, cuando le digo que el pan no está viniendo bien, se me queda mirando y hace pucheritos, a ver, ¿cómo me enfado yo con él si me pone esas caritas? Ya, nos echamos a reir y se me pasa el cabreo.
Si tenemos un montón de cajas hechas y sin colocar, llega él se tira a por ellas y nos desmonta el chiringuito. Por supuesto se va sin recogerlas.
A parte de todo eso, y algo más que se me queda en el tintero, es la única persona en el trabajo (quitando a las compañeras que están siempre conmigo) que cuando me ve triste me dice: ¿Qué pasa "má"? Y cuando le cuento, se me acerca y me da un abrazo enorme, un abrazo de los de verdad que hace que yo me eche a llorar. Se preocupa de lo que nos pasa.
Es una buena persona, aunque a veces quiere aparentar ser duro. Siempre tiene una sonrisa para nosotras.
Le debo esto por algo que leyó que no le sentó demasiado bien, algo que yo escribí y donde me faltó algo por poner. Es mi "Manual de Supervivencia de un peninsular en Canarias". Me faltó poner que aquí en Tenerife he encontrado el cariño de la gente. Y es cierto. Tengo que decirlo, siempre me han tratado bien. Y tú más, niño bonito. Un besito fuerte.
Gracias por todo Tayro.
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