Esta semana en el trabajo iba a bajar un pesado saco de bolsas de una estantería del almacén y le pedí ayuda a un compañero. Él con sorna me contestó, "¿No queréis igualdad? Pues bájala tú sola." Por supuesto me ayudó, pero se llevó una buena retahíla de mi parte. Me le quedé mirando y le dije:
"¿Igualdad? Yo nunca la he pedido, nunca he luchado por ella, y nunca la he querido".
Por mucho que se empeñen un grupo de feministas acaloradas, los hombres y las mujeres nunca podremos ser iguales.
Yo ya nací en una época en que la mujer había avanzado mucho. Yo me considero machista, pero no un machismo en el que la mujer es inferior al hombre, sino en el aspecto que el hombre y la mujer nunca podrán llegar a ser iguales.
Pongamos varios ejemplos.
Primero: El cuerpo del hombre es diferente al de la mujer. En musculatura, por ejemplo. El cuerpo del hombre está hecho para la fuerza, el cuerpo de la mujer tiene curvas, caderas y culo para poder soportar los embarazos. Y aunque a las feministas no les guste, las mujeres estamos hechas para tener hijos. De ahí nuestras curvas.
Para poner un ejemplo más radical. En los concursos de culturismo, los hombres y las mujeres entrenan por igual, las mismas horas, los mismos ejercicios, ¿y qué obtenemos? Que la masa muscular del hombre es mayor, además que en las mujeres que sacan músculo donde no debe haber (los pechos por ejemplo) les queda un cuerpo horrible. Hay partes del cuerpo de la mujer que tienen que ser "blanditas", y no podemos nunca llegar a tener el mismo músculo ni la misma potencia que un hombre.
El cerebro también funciona diferente, ni mejor ni peor, simplemente distinto. En general, el hombre está hecho para hacer trabajos "en bruto" y la mujer trabajos delicados. Esto no quiere decir que un hombre no pueda hacer trabajos delicados y viceversa. Simplemente usamos distintos lados del cerebro.
El hombre es capaz de leer e interpretar un mapa sin problemas, la mujer es capaz de memorizar detalles para llegar al mismo sitio. Esto quiere decir que la orientación es distinta en ámbos.
Me molesta mucho cuando una mujer pide igualdad y luego llora porque se le rompe una uña.
Yo no digo de volver a la época de mis abuelos donde la mujer era pisoteada y sólo servía para tener hijos, cocinar y servir. El ser humano en general, está preparado para ejercer cualquier tipo de trabajo. Las mujeres somos el sexo débil, en cuestión de fuerza, pero está demostrado que aguantamos mejor cualquier tormenta psicológica.
Las mujeres y los hombres pueden hacer de todo. Ellos pueden hacer un bonito bordado y ellas pueden trabajar en una obra de peones de albañil. La sociedad ha marcado siempre unos roles de los cuales ahora parece que se están desvaneciendo, como ver a una mujer y pensar en ella como una fregona.
La mujer tiene que ser mujer. Somos femeninas. Tenemos artes ocultas para conseguir lo que queremos. No tenemos que demostrar nada, lo hemos hecho con el paso del tiempo. Ahora las cosas han cambiado, trabajamos toda una jornada fuera de casa, ¿y qué hemos conseguido? Trabajar dos jornadas completas, una fuera de casa y otra dentro de casa. Que yo sepa, eso no es liberación, eso es trabajar el doble. A mí me encantaría ser una "mantenida". Y no quiero que se me malinterprete. Me gustaría ocuparme de mi casa, de mis hijos y cuidar y mimar enormemente a mi marido. Pero claro, eso no lo puedes decir por ahí porque te tachan de retrógrada y machista.
¿Qué queréis que os diga? No quiero volver a lo de mis abuelos, pero mirad, a mí me encanta que un hombre me abra la puerta, que me deje pasar primero, que me retire una silla para sentarme y me la acerque después, que me pongan y quiten el abrigo, que me abran las puertas de un coche y que me cedan el asiento en el autobús. Y sobretodo, me encanta que paguen las copas, sin derecho a favores, por supuesto.
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