Ayer 25 de septiembre, por ser las fiestas del Cristo de La Laguna, había un concierto de David Bisbal a las 22:30 horas. Nosotros vivimos muy cerca de la Plaza del Cristo que es donde se realizó ese concierto. A medio día pasamos con el coche, camino de casa, por dicha plaza, y vimos que había adolescentes y no tan adolescentes haciendo fila con tiendas de campaña, colchonetas y sillas para coger el mejor puesto y poder ver de cerca a su ídolo.
Al verlas yo dije algo así como: «Hay que tener valor para estar haciendo cola por ver a un cantante». Mi marido me miró y me dijo, piensa en cuando tú eras adolescente... Y tenía razón, siendo no tan adolescente, con 23 años, vino Luis Miguel a cantar a Zaragoza, era un concierto que yo llevaba esperando más de 11 años. Convencí a una amiga para que viniera conmigo. El concierto costaba 10.000 de las antiguas pesetas y actuaba el 12 y 13 de octubre.
En esa época yo trabajaba de noche en una editorial. Salí a las 06:30 de la mañana de trabajar, me fui al centro de Zaragoza para hacer cola hasta que abrieran la taquilla a las 09:00. Creo que compré las entradas a eso de las 12:45. Una entrada para mí para el día 12, otra entrada para mi amiga para el día 12, y otra entrada para mí para el día 13. Increíble, ni me lo pensé. Disfruté de ese concierto dos días seguidos y no me arrepiento de haberme gastado 30.000 pesetas.
Ahora, pensándolo bien, no puedo hablar ni criticar a las adolescentes y no tan adolescentes que ayer por la mañana hacían cola para ver de cerca a su ídolo. Yo también lo hice. Que aprovechen y disfruten ahora.
"La vida no es medida por el número de respiraciones que tomamos, sino por los momentos que nos hacen contener la respiración"
domingo, 26 de septiembre de 2010
viernes, 23 de julio de 2010
Recuerdos.
He estado releyendo mi blog, el cual hacía mucho tiempo que no leía y me he encontrado con alguna sorpresa. Una de ellas es que yo pensaba que mi blog no lo leía nadie salvo mis amigos, pero veo que no, que hay gente ajena a mí que lo lee, y que además se interesa por lo que pongo. Muchas gracias a todos.
También he estado leyendo por enésima vez «El último adiós». Aquel que le di a mi amada compañera perruna Hestia. Y leyendo me ha venido a la cabeza una cosa que jamás se me podrá olvidar.
Hace algo más de 1 año yo estaba embarazada, con la mala suerte que no pudo llegar a buen término y con 13 semanas de gestación sufrí lo que los médicos llaman una «muerte fetal». No voy a entrar en detalles de eso. Pero lo que sí que voy a contar es lo que me pasó con Hestia.
Cuando yo llegué a casa del hospital, hecha polvo y sin querer ni mirarme al espejo (mi marido estaba de viaje, mala suerte) llegó Hestia y puso su cabezota en mi pierna como pidiendo permiso para subir al sofá. Subió y se sentó a mi lado. Yo no dejaba de llorar. Estuvimos así las dos como 4 horas. Pero lo más impresionante de todo, y lo que jamás y nunca se me podrá olvidar, es que cada lágrima que rodaba por mi mejilla, ella las lamía. No se movió de mi lado. No ladró. No pidió bajar a la calle. Estuvo conmigo en uno de los momentos más duros de mi vida, en el cual estaba sola. Mis padres lejos, mi marido lejos. Estaba sola, sólo la tenía a ella. Y ella estuvo ahí, conmigo.
Y ahora yo me pregunto, ¿cómo puedo olvidarme de eso? ¿Cómo no la voy a echar de menos? Ella fue la única que estuvo a mi lado, y 6 meses después de esto, también se marchó para siempre.
Ójala algún dios la tenga en su gloria porque ella se lo merece.
Gracias Hestia.
También he estado leyendo por enésima vez «El último adiós». Aquel que le di a mi amada compañera perruna Hestia. Y leyendo me ha venido a la cabeza una cosa que jamás se me podrá olvidar.
Hace algo más de 1 año yo estaba embarazada, con la mala suerte que no pudo llegar a buen término y con 13 semanas de gestación sufrí lo que los médicos llaman una «muerte fetal». No voy a entrar en detalles de eso. Pero lo que sí que voy a contar es lo que me pasó con Hestia.
Cuando yo llegué a casa del hospital, hecha polvo y sin querer ni mirarme al espejo (mi marido estaba de viaje, mala suerte) llegó Hestia y puso su cabezota en mi pierna como pidiendo permiso para subir al sofá. Subió y se sentó a mi lado. Yo no dejaba de llorar. Estuvimos así las dos como 4 horas. Pero lo más impresionante de todo, y lo que jamás y nunca se me podrá olvidar, es que cada lágrima que rodaba por mi mejilla, ella las lamía. No se movió de mi lado. No ladró. No pidió bajar a la calle. Estuvo conmigo en uno de los momentos más duros de mi vida, en el cual estaba sola. Mis padres lejos, mi marido lejos. Estaba sola, sólo la tenía a ella. Y ella estuvo ahí, conmigo.
Y ahora yo me pregunto, ¿cómo puedo olvidarme de eso? ¿Cómo no la voy a echar de menos? Ella fue la única que estuvo a mi lado, y 6 meses después de esto, también se marchó para siempre.
Ójala algún dios la tenga en su gloria porque ella se lo merece.
Gracias Hestia.
viernes, 22 de enero de 2010
Sentimientos
«La vida es un arco iris que incluye el negro.»
Yevgeny Yevtushenko (1933-?) Poeta ruso.
Yevgeny Yevtushenko (1933-?) Poeta ruso.
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