sábado, 26 de abril de 2008

Hestia.


Así es como se llama mi perrita, una Cocker Spaniel Inglés. Hestia, un nombre de la mitología griega que se corresponde con la Diosa Guardiana del Hogar. Ella hizo el pasado 7 de abril 8 años. Yo la tengo desde que tiene 20 días. Nació por el cruce entre Yako e Indira. Yako era el perro que tenían mis padres, un amigo de mi padre, lo vio y se enamoró de él. "Este va a ser para mi Indira". Y así fue. Nacieron 5 preciosos cachorros. Dos canelas, uno negro como el padre y dos negros y blancos.


Me la llevé a casa, la mimé la cuidé. Me trajo de cabeza por sus nervios. Era incansable.
Hoy tiene 8 años, como he dicho, sigue igual de preciosa.
Su padre, Yako, murió el 14 de enero de 2008, tenía casi 12 años, una insuficiencia renal se lo llevó. No había cura, ni tratamiento. Sufría. Lo tocabas y se quejaba. La última vez que lo vi fue en Diciembre de 2007. Lo encontré muy apagado y con la mirada muy triste. Parecía muy cansado. Aún así siempre tenía una caricia para todos, un lametón o cualquier tipo de mimos. Pasaba muchas horas solo en su cama sin moverse. Sólo se levantaba para comer (poco) y para bajar a la calle casi a regañadientes.
Se fue sin rechistar. A alguien le puede parecer absurdo que alguien llore la pérdida de una mascota, pero yo lloré, y lloré mucho. Ese perro para mí fue una válvula de escape para muchas cosas. Muchos ratos de juego, de descanso, de dormir conmigo encima de mis piernas hasta dejármelas dormidas. Fue algo muy especial en nuestras vidas y nunca lo olvidaremos.
Mis padres pagaron una incineración. La empresa envió a casa una urna biodegradable con sus cenizas, las cuales esparcieron por La Estanca de Alcañiz (Teruel) donde iba mucho con mis padres y se bañaba con mi padre y corría, saltaba y se volvía loco con los patos.

Hoy sólo me queda el recuerdo de tan noble animal. Y su hija claro, a la que quiero con locura.



Gracias Gordita.

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